Ayer:
Vuelvo a casa de Salou con mucha fiesta acumulada y con una experiencia no muy agradable que contar.
Una pelea, dos heridos y muchos inconscientes y descerebrados. Cuento que acabaron en el suelo del paseo de la playa, uno sangrando por la nariz y la cabeza y otro inconsciente. Mi hermana me escucha al hablar.
Hoy:
De camino a casa con mi hermana de la mano, he mantenido con ella este diálogo:
- La historia que contaste ayer de la pelea... - dice mi hermana mirándome con cara de desaprobación.
- Ya... - contesto yo, que llevo tres días viviendo con la imagen de lo experimentado.
- ¿Y no les pidieron perdón? - me pregunta mi hermana, en cuya ética de niña de cinco años tras cometer un error es lo correcto hacer.
- No, Ainara, no les pidieron perdón... - contesto yo, experimentando la misma frustración que llevo experimentando desde aquel día.
- ¿Y eran personas? - pregunta mi hermana.
- Sí.. - contesto yo aunque no del todo convencida.
A veces algunos seres humanos me hacen replantearme su verdadera característica humana y, parece ser, que a mi hermana de cinco años le empieza a ocurrir lo mismo.
1 comentario:
Veraneo con tales seres.
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