miércoles, 29 de septiembre de 2010

pava

Bajo la manta, tu niña acurrucada, el sofá es como una balsa. El salón en la penumbra, alquilamos una peli y acabamos en la cama.

... y a tu lado como una cría.




jueves, 23 de septiembre de 2010


"Algunas veces, demasiadas veces, lo que empieza como algo normal en tu vida, se convierte en una obsesión, y de repente, dejas de controlarlo.
Buscamos la euforia, eso que logra que todo lo demás… se desvanezca.Lo malo de las adicciones es que nunca acaban bien. Llega un momento en que lo que nos ponía eufóricos deja de hacerlo y empieza a doler. Dicen que no superas tu adicción hasta que tocas fondo, pero ¿cómo sabes que lo has tocado? Porque, por mucho que algo te duela, a veces, dejarlo duele aún más."

lunes, 20 de septiembre de 2010

12 de mayo de 2010




O dice: (22:44:34)

y, a veces, me maltrato a mí misma leyendo lo que escribías, las conversaciones que solíamos tener o lo que, simplemente, te escribía yo a ti



mierda, volví a caer

lunes, 13 de septiembre de 2010

domingo, 12 de septiembre de 2010

Una vez escribí...

Eres feliz, eso es todo lo que cuenta, más allá de lo que digan, y más allá de lo que sientas. Aunque es algo paradójico, si eres feliz, no sentirás más allá de aquello que te agrada, no te preocuparás por minucias, ni vivirás con desasosiego, serás libre. Tal vez. Pero, ¿eres libre realmente? ¿Libre, sí, pero de qué? Porque en el mundo nadie es libre, y, a la vez, todo el mundo lo es. Reflexiono. ¿Para ti? ¿Por ti? No lo sé, pero lo hago, porque tú me inspiras y me alumbras, más allá de las palabras y más allá de la pantalla que ante mí se alza. Y escribo. ¿Por qué? ¿Para qué? Y todo es una incógnita, pero lo hago. Siento las teclas bajo las yemas de mis dedos, y siento tu presencia en este habitáculo, tus ojos clavados en mi texto, en mi... ¿literatura? mientras escribo y me libero de esa carga que me ha ido acompañando durante las jornadas en que no pude escribir. Y me libero, sí, pero sigo siendo esclava de cada una de las letras que conforman el conjunto de vocablos, que conforman las frases, que componen este texto, que nacen en tu persona y mueren en mis "te quieros". Porque no significan nada, más allá del todo que alimentan, y viven en la nube que impregna la distancia que se interpone entre tu cuerpo y los restos de mi alma. Trágico, ilógico, perverso. Perfección de los defectos, error de la excelencia. Y prosigo, con el caos que inunda mi cabeza, que me absorbe cual océano al barco que se hunde, y me invade la tristeza de este mar que se refleja solitario en el espejo de tus ojos que me observan, atentos y sedientos de esa paz que nunca llega, de esos pasos que presentan un estar sin ser certero y un adiós que sentencia el final de algo incompleto. Y camino. Entre valles que no saben de montañas, entre orillas que no saben de las aguas, entre gotas que ignoran la existencia de la lluvia y sus mensajes. Porque trabaja de cartera, de los malos y los buenos presagios. De lo que fue, lo que es, lo que era (redundante) y lo que será. Porque será, ventajoso o perjudicial, pero lo será. Y es que vivo para ello, y sin ello ya no llego al propósito del mundo que inventa mi cerebro, que crea la fantasía de un pensar que no cuesta y un sufrir que ya no duele, de un corazón con armadura que proteje la esperanza que la nostalgia intenta sustituir por la amargura. Y cabalgan. Cual caballo galopante ante la percepción de una galerna que se aproxima temerosa, imparable y desastrosa. Y no estás, ahora te has ido. Al lugar de la abundancia, de las noches que no avanzan de tan rápido que pasan, al pilar de la alegría que esconde los recuerdos que te acechan cuando optas por dormir sin cerrar los ojos, deleitándote de la ebriedad que nubla tus pensamientos. Y ya no sé ni lo que digo, sólo sé que yo lo escribo por temor de que todo esto/eso ó aquello esté perdido, sumergido en las tinieblas de la elección que te ha llevado a ser quien eres donde estás, y que todo quede olvidado, transportado al rincón de la buhardilla que asusta a los murciélagos y recibe a los relámpagos del odio y la indiferencia, que generan los errores cometidos en momentos escogidos para fines delictivos hacia tu moral, sentimiento y equilibrio. Por temor, de que lo que fue jamás haya existido.

(O.Z.M)


* * *

¡Qué lejos queda aquello y qué presente lo siento!

jueves, 9 de septiembre de 2010


RETORNO