domingo, 29 de noviembre de 2009

Después de noviembre...

Una niña juega con un avioncito de papel.

- Me gustaría lanzarlo y después agarrarme a él para poder volar.

- A mí también, a mí también me gustaría poder volar.

Entonces comienzo a reflexionar acerca del número de personas que alguna vez habrán deseado volar. Llego a la conclusión de que lo más probable sea que todo el mundo lo haya hecho alguna vez.

Recuerdo que cuando era pequeña cogía carrerilla, saltaba y batía los brazos con la inocente ilusión de que, quizá por esos milagros que a veces se dan en la vida, saldría volando. Nunca lo conseguí, ni encontré el polvo de hadas necesario para hacerlo. Nunca vinieron Peter y Campanilla a mi encuentro. Creo que acabo de darme cuenta de porqué aquel lejano país se llamaba Nunca Jamás. Los humanos jamás lograremos volar por nosotros mismos. Habrá que buscar la alfombra mágica entonces…

O al genio de la lámpara que te concede tres deseos. Qué fácil sería todo ¿no? Mas la vida no está hecha para ser sencilla. La vida no es ni un camino de rosas ni un valle de lágrimas, aunque haya quien camine mayor parte del tiempo entre rosas que entre lágrimas y viceversa. En mi caso, haciendo un balance, podría decir que he sido agraciada. Por el momento y a pesar de que no haya tenido apenas semanas peores que la pasada.

Ya es lunes. En breves diciembre y con él los preparativos para el nuevo año. En diciembre planeas, te propones nuevas metas y te sacudes los errores cometidos durante el año que dejas atrás. Espero hacer lo propio. Me parece mentira, ayer era hace un año. Diciembre...
Diciembre siempre pasa muy rápido.

Divagando.



La inspiración ha brillado por su ausencia. Lo siento.


Pronto la segunda entrega de la historia de Jasmine.


sábado, 21 de noviembre de 2009

Una pequeña historia

Jasmine adoraba los días soleados, siempre y cuando no fueran demasiado calurosos. Solía salir al balcón y escudriñar el horizonte, aquella línea infinita que dibujaba el mar al unirse con el cielo. Por un momento olvidaba que todo iba mal, que la libertad que el océano parecía ofrecerle no existía, al menos no para ella. Imaginaba que era un pájaro y que echaba a volar, que llegaba muy lejos tan sólo con batir sus alas. Había vivido siempre en un pueblo costero y ni siquiera sabía nadar. Quería marcharse, pero no sabía cómo. Quería huir, dejarlo todo atrás.

* * *

Despertó. Por suerte era un día soleado. Se levantó de la cama y salió al balcón, escudriñó el horizonte. Una suave y fresca brisa acarició su rostro; tras ello, un pequeño escalofrío y la piel de gallina. Volvió al interior. Desde el piso de abajo una voz:

- ¡Jasmine, dáte prisa o llegarás tarde!

Resignada se lavó y se vistió. Debía volver allí. Allí a donde no quería volver, allí donde decidían su futuro sin tenerla en cuenta. Hoy, al contrario de los otros días, tenía la sensación de que algo iba a ser diferente. Eso le causaba inquietud a la vez que temor; podía significar demasiadas cosas y, al mismo tiempo, seguía significando pocas posibilidades. Un poco de colorete y carmín en los labios, un rápido vistazo más en el viejo espejo y estaba lista. Pero, ¿realmente lo estaba?

Bajó, intercambió una mirada con su madre y salió a la calle. Caminaba sin demasiada decisión, alargando lo máximo posible el recorrido. Todos los días las mismas calles, las mismas personas, los mismos gestos. Y en ella, esa incesante sensación de que habría alguna novedad. Ahora cierto desasosiego. Llegó al último tramo del trayecto, dobló la esquina y se chocó con él.



...Continuará...


lunes, 16 de noviembre de 2009

LouLou, Quand Le Parfum Se Fait Caresse

Últimamente me atraen los olores. Me he convertido en una pequeña versión femenina y pacífica del famoso Grenouille. No es que persiga a los hombres embalsamados de atractivos aromas, no. No es que se haya convertido en una obsesión ni que el fin de todos mis actos sea hacer cautivos y coleccionar a esos aromas en botecitos, tampoco. Es simplemente que, a veces, momentáneamente, mi cerebro se concentra en mi sentido del olfato.

Es selectivo.

Mientras escribo intento recordar el olor a ese perfume. A LouLou. Dicen que los aromas son lo primero que olvidamos. Nunca tuve dificultades para cerciorarme de ello. En cambio, sí recuerdo la primera y la última vez que lo empleé. Seis de diciembre de 2008. Por aquella época fue una fecha importante. Ahora, sólo una decisión arriesgada más de todas las que marcan cierta etapa en la vida. ¿El propósito de aderezarme con él? Cautivarle. Y lo logré. No sé si gracias al perfume o a todo un conjunto de factores que hacen de una persona alguien especial, pero lo logré. Y cosas de la vida, tiempo después, a mí dejó de atraerme la singularidad de esa persona o, mejor dicho, encontré una que me atrajo más. Hoy no cuento ni con una ni con otra. Mas nada de eso me aflige ya. Ahora sólo me concentro en las fragancias, en las esencias.

Alguien que conocí escribió que: "El perfume de cada alma va adquiriendo distinto olor dependiendo de ciertas circunstancias, pero la esencia es la misma, la esencia siempre estará ahí, nunca cambiará."

Y vuelve a mí LouLou, como una caricia, lo cual nos remite al título. En mi caso, mi madre es la caricia, porque de ella lo tomé prestado aquel día y porque a ella debo parte de esa esencia que hace de mí una persona peculiar.